La empresa y sus
directivos no pueden permanecer ajenos a la problemática del estrés laboral
debido a su impacto negativo tanto en la efectividad de la empresa como en la
salud física y mental de los trabajadores.
La OrganizaciónInternacional del Trabajo
(OIT) ha defi nido el
estrés ocupacional como una“epidemia global”. Además
del sufrimiento individual de los trabajadores causado por el estrés en sí
mismo y por sus efectos negativos sobre la salud,
los costes económicos
asociados a esta problemática son cada vez mejor conocidos. Por ejemplo,
estudios realizados en Estados Unidos estiman que los costes generados
por problemas relacionados con el estrés en ese país superan los cien
millones de dólares anuales en gastos causados por el absentismo, disminución
de productividad, pérdida de trabajadores y en gastos debidos a
incapacidades y servicios médicos.
Estudios similares han confirmado el exorbitante
coste del estrés laboral en países de la Unión Europea (UE) y en otros
países desarrollados. Por otro lado, los medios
de comunicación refl ejan, cada vez con mayor frecuencia, la
preocupación pública acerca del estrés en el trabajo y sus consecuencias para la
salud. Por consiguiente, existe un creciente imperativo ético y legal para que las
empresas estimen el riesgo y la naturaleza del
estrés laboral y tomen
medidas preventivas y protectoras adecuadas. Por todas estas razones, tanto
el mundo empresarial como las instituciones gubernamentales y
académicas están reconociendo la necesidad de crear programas en las empresas
para prevenir y reducir el estrés laboral. Debido a las crecientes
demandas de una economía global y altamente

Sabemos que,
en comparación con épocas previas y con países subdesarrollados, la
mayoría de los trabajadores en las economías modernas experimenta en algún
momento de su actividad laboral una situación de estrés que afecta
negativamente su capacidad para rendir óptimamente en el
campo laboral.
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